domingo, 3 de abril de 2011

Como una Parte 2 (de aquello otro)

Y como una marea magenta que venía y me arrastraba caminé hasta ahí y le dije. Hola. Quiero decirte que vengo a meterte una piña. Entonces le pegaba y lo dejaba tirado en medio del barro de la puerta de su casa. Era demasiado tarde o demasiado temprano, el sol. Me compré un Philip de diez en el primer kiosko y bajé caminando. Crucé de nuevo el puente hasta el centro. Crucé otro puente más y llegué a la terminal a las ocho de la mañana, feliz. De diez. Pero entonces ahí estaba Rildem, justo. ¿Qué querés con todo esto? Quiero que me dejen en paz, Rildem. ¿Quién te tiene que dejar en paz? Todos ustedes. Te encerrás en una bola de burbujas y no querés salir de ahí. Sos muy caprichosa. Andate a la mierda, Rildem. A ver, mirá. Y no. Yo no quería mirar nada. No quería que nadie viniera a agarrarme de los hombros y a decirme a ver mirá. Quería estar tranquila disfrutando del aire y del sol del verano. Quería que se abriera la tierra y que Rildem se cayera por el pozo y apareciera en China. No es verdad que si hacés un pozo aparecés en China. ¿Cómo sabés? Porque en el centro de la tierra hay brasas. Hace mucho calor. Sube tanto la temperatura que te quemás mucho antes de llegar. Mucho Julio Verne, Rildem. Pará de leer esas cosas. Ya sos grande. Te vas a volver loco. Meliza, ¡escuchame! ¡Escuchame! ¡Pará! ¡Dejame en paz, Rildem! Vos y todo tu grupo de gente loca. Meliza, me estás confundiendo. Y así podíamos pasarnos las horas en la terminal después de haberle pegado a alguien en la puerta de su casa y haberlo dejado tirado en el barro. Pero Nagale me iba a hacer el aguante. Yo sabía. Nagale sabía que ése se merecía una buena piña. Yo nunca le pegué a nadie, Nagale, vos sabés. Sí, Meliza, ya sé. Vení. Y entonces me abrazaba tanto, tanto, que ya no podía hacer más que volver a sentir la marea magenta. Meliza sos la única mina que conozco que haya hecho una cosa así y estoy orgulloso de conocerte. No le des más bola a Rildem. Quiere confundirte, es obvio. Entonces tomábamos un licuado en la Shell de la terminal. Esto no era una Shell, Meli. Era una YPF. Lo que sea, Nagale. Refinor, da lo mismo. Una expendedora de gas. ¿Sabés qué pasa? Tus lágrimas son rosadas a veces, fucsia. Como una Barbie que llora. ¿Cómo sabés? ¿Cómo sé qué? ¿Cómo sabés de las Barbies? Tengo una hermana de tu edad. Le gustaban mucho las Barbies. Mis Barbies desaparecieron, Nagale. Y había muchos teles prendidos y había un partido de fútbol y estaba todo lleno. ¿Cuándo nos vamos a ir de acá? ¿Te acordás cuando me agarrabas fuerte de la mano para cruzar corriendo cualquier bulevar? No era yo, Meliza. Tenía que decírtelo.

5 comentarios:

fer salas dijo...

me encanto!!
te cuento q mi mamá es fan de quinotos al whisky jaja, me lo saca de mi cuarto.
besos mely

M. dijo...

Jaja. Qué graciosa tu madre! Le quiero mandar saludos!
Gracias, Fer.
Beso para vos.

fer salas dijo...

(ella te manda saludos a vos)

Anónimo dijo...

Me encantó Meli! mucho mucho!!!!

Besos desde córdoba que te extraña..

La Naty

M. dijo...

Amiga! Qué lindo encontrarla por aquí! Gracias!
Un abrazote!